Recordando el Hipódromo de los Andes de Colombia

El Hipódromo de los Andes fue un hipódromo colombiano localizado entre las ciudades de Chía y la capital Bogotá. Estuvo operando desde el año 1978 hasta su cierre en el 1987. Aunque no se a celebrado ninguna carrera de purasangres hace más de cuatro décadas, en la actualidad, las facilidades y los predios del hipódromo son utilizados en diversas actividades desde conciertos hasta presentaciones y ferias.

Su inauguración lo fue el 22 de enero de 1978 y de inmediato fue considerado como el hipódromo más moderno y funcional de toda Sudamérica. Los terrenos del hipódromo cubrian aproximadamente unas setenta hectáreas con más de 1,000 pesebreras y tenía capacidad para unos 15,000 espectadores. Contaba con dos pistas en su óvalo, una de grama y la otra de arena. La pista de grama era de 2,000 metros mientras que la pista de arena era de 1,800 metros.

La primera carrera corrida oficial en Hipoandes fue ganada por una yegua peruana Aguzada (PER), entrenada por Álvaro de Francisco y montada por el jinete Fernán Jaramillo. Se corrieron ese día 10 carreras en total. Durante los primeros años de vida de Hipoandes, presentaba un balance positivo en el desenvolvimiento de la actividad hípica y económica. Las cifras globales señalaban que la cantidad de carreras corridas en esos tiempos bordeaba las 1000 competencias disputadas anualmente entre miércoles, sábado y domingo, con más de 700 caballos alojando en el recinto. Esto también habían generado premios por cerca de 100 millones de pesos para los propietarios de caballos, con sus respectivos porcentajes para los profesionales hípicos.

Se disputaron grandes clásicos en el calendario hípico. La triple corona en Hipoandes fue conformada por los clásicos «Polla de Potrillos», «Derby de Los Andes» y el «Gran Premio República de Colombia». Solo un caballo logró ganar la triple corona en Los Andes. Chabal (COL), criado en Haras San Silvestre, propiedad de German Rey Uribe realizó tal hazaña en 1979 con la monta del jinete chileno Antonio Mella.

En 1982, el gobierno y el municipio de Chía al ver que la actividad hípica obtenía muchas ganancias en el Hipódromo de Los Andes, y que ya se habían visto favorecidos con ingresos estimulantes deducidos de los impuestos a las apuestas, decidieron aumentarlos provocando una crisis de tal magnitud que fue el único hipódromo que quedó en funcionamiento en Colombia. Las pérdidas en 1986 fueron de 271 millones de pesos, 43 por ciento más que en 1984. Los balances que mostraron en 1985 un crecimiento de gastos del 23 por ciento contra solo un 16 por ciento de aumento de las apuestas pusieron en jaque a la empresa.

El juego clandestino «legalizado» por algunas alcaldías y municipios, un factor determinante en la fuga de las apuestas de los cauces institucionales, en las reuniones oficiales de Hipoandes se apostaban cerca de 60 millones de pesos por semana, mientras que en bares y cafetines de distintas ciudades del país se jugaban unos 200 millones de pesos, en «empresas» donde los propietarios del negocio no tenían más gastos que el teléfono, el tinto y las baterías para escuchar las carreras a través de la radio. Los «empresarios» de ese juego clandestino, que en total pudieron ser unos cien, no solo corrían con los riesgos ni con los gastos de todo el montaje para las carreras sino que, además, no estaban sometidos a los estrictos controles fiscales.

En total durante los últimos años Hipoandes acumuló perdidas por 900 millones de pesos. Por estos hechos la asamblea de accionistas de la sociedad Hipódromos de Colombia determinó la disolución y liquidación de la empresa previo anuncio de rigor a la Superintendencia de Sociedades en febrero de 1986. Aun así, el hipódromo sobrevivió gracias a sucesivas recapitalizaciones de los socios, se buscó un acuerdo en septiembre de 1986 con el Consejo de Chía, en el que se propuso un arreglo para que los impuestos no fueran del 10% sobre las apuestas, sino de un 2% reajustable cada año, adopción de medidas para combatir y erradicar eficazmente el juego clandestino y la implementación de un mecanismo legal para garantizar la estabilidad del nuevo trato fiscal durante 10 años.

Sin embargo, el golpe final llegó cuando fracasaron conversaciones con el gobierno nacional para que se redujera el 10% de ganancias ocasionales procedentes de las apuestas hípicas, ya que se promulgó una reforma tributaria en el senado que aumento en 20% el impuesto sobre las ganancias, tras la imposibilidad de lograr esos alivios fiscales y el acercamiento a la fecha de vencimiento de la prórroga de funcionamiento del reducto hípico, la actividad llegaba al año 1987 económicamente muy deprimida.

Las primeras reuniones de carreras de 1987 se disputaban bajo la incertidumbre del posible cierre del recinto, el 18 de enero de ese año se disputaron 9 carreras y el ganador de la última carrera de ese día fue el caballo Lebruno con el jinete Javier Niño. Días más tarde vendría lo inevitable, el Hipódromo de Los Andes cerraba sus puertas para el espectáculo de las carreras de caballos al término de 9 años de actividades.

La decisión fue anunciada el día 21 de enero cuando sus únicos propietarios – Elkin Echavarrría y Carlos Haime – en conferencia de prensa desde el Hotel Hilton, decidieron cerrarlo, por no representarles ganancias y sí muchas cargas impositivas. Los accionistas descartaron la vía de la convocatoria a un concordato de acreedores y se acogieron a la realidad de las cifras. Después de sucesivas recapitalizaciones decidieron cesar sus inversiones, responder por todas las deudas y obligaciones laborales y cerrar, dejando a más de 5.000 familias sin trabajo que directa o indirectamente dependían de la actividad. Así se selló el acta de defunción de las carreras de caballos en Colombia, ya que lamentablemente no había funcionando ningún hipódromo en el país en ese momento.

Referencias
Revista Diners – Colombia, el país que olvidó los caballos
Hipódromo de Los Andes – Wikipedia

Deja un comentario